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Ética kantiana

Kant

 

a)      Breve reseña del autor:

 

Immanuel Kant nació en Königsberg (actual ciudad rusa de Kaliningrado) el 22 de abril de 1724, estudió en el Collegium Fredericianum desde 1732 hasta 1740, año en que ingresó en la universidad de su ciudad natal. Su formación primaria se basó sobre todo en el estudio de los clásicos, mientras que sus estudios superiores versaron sobre Física y Matemáticas. Entre 1746 y 1755 debe interrumpir sus estudios y trabajar como preceptor privado. No obstante, gracias a la ayuda de un amigo pudo continuarlos en 1755, año en que recibió su doctorado. Comenzó entonces una intensa carrera docente en la propia Universidad de Königsberg; primeramente dando clases de Ciencias y Matemáticas, para, de forma paulatina, ampliar sus temas a casi todas las ramas de la filosofía. Durante los siguientes 27 años vivió dedicado a su actividad docente, atrayendo a un gran número de estudiantes a Königsberg. Sus enseñanzas teológicas (basadas más en el racionalismo que en la revelación divina) le crearon problemas con el gobierno de Prusia y, en 1794, el rey Federico Guillermo II le prohibió impartir clases o escribir sobre temas religiosos. Kant acató esta orden hasta la muerte del Rey. En 1798, ya retirado de la docencia universitaria, publicó un epítome en el que expresaba el conjunto de sus ideas en materia religiosa. Falleció el 12 de febrero de 1804 en su pueblo natal. Sus obras principales son: Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica, Crítica de la facultad de juzgar, Ideas para una historia universal en clave cosmopolita, Fundamentación de la metafísica de las costumbres y La paz perpetua, entre otros.

 

b)      Contexto histórico:

 

Las normas morales y jurídicas de un pueblo se constituyen generalmente a través de las tradiciones religiosas. Durante siglos se concibió al Estado como dotado de una religión oficial. En la Europa medieval, más allá de las diferencias de los pueblos que la conformaron, la religión católica fue la fuente de las normas morales jurídicas, dejando poco margen para el desarrollo de ideales de vida individuales que contradijesen las tradiciones sociales. Con la reforma protestante y las guerras de religión del siglo XVII se quebró la unidad religiosa y la idea de fundamentar la moral y el derecho en la religión cedió su paso a una concepción que buscó establecer normas universales fundamentadas racionalmente: la Ilustración. El gran logro de esta corriente consistirá en establecer normas que en lugar de valer para un pueblo o una cultura determinados, valgan para todos, sean universales y, en vez de estar basadas en la religión o en la tradición, tengan un fundamento racional.

 

c)      Kant y la ética formal.

 

Kant afirma que el valor moral de las acciones humanas se determina por el motivo, es decir, por aquello que impulsa a los hombres a actuar. En este sentido, disiente de Aristóteles porque éste considera que el valor de las acciones depende de las costumbres, las cuales son relativas a las culturas particulares. Según Kant, si esto fuera así, los hombres podrían ser considerados desiguales en su naturaleza, en su libertad y en sus derechos. Así pues, el criterio para evaluar las acciones humanas no puede ser cultural, porque no sería válido para todos los hombres.

Kant cree que los seres humanos poseen una dignidad superior a la de los seres naturales porque son libres, es decir, porque no están determinados en su acción por las leyes de la naturaleza, como el instinto. Así, las acciones regidas por el instinto no son morales porque no son dignas de un ser libre, pero las acciones guiadas por la costumbre tampoco lo son, porque no son universales. Entonces, ¿Cuándo una acción es moral para Kant?

 

Kant nos dirá que los seres humanos actúan moralmente cuando sus acciones se orientan a un fin universal no instintivo. En este sentido, el sujeto moral, está por encima de la naturaleza, puesto que la acción no está determinada por ella, sino sólo por un fin universal al que Kant llama ‘DEBER’.

 

¿Cómo se puede conocer el deber? Kant responde señalando que los seres humanos poseen la capacidad de la razón, que les permite saber cuando los fines que se proponen son universales y acorde con la libertad de todos. De esta manera, cuando Kant habla de ‘deber’ nos dice que es un imperativo, porque manda al hombre a comportarse de determinada manera.

 

Kant define el deber como la necesidad de una acción con respecto a la ley. Pero esta ley no es una ley cualquiera enunciada por y para un pueblo determinado (y que es una máxima de nuestro obrar, pues no vale para todos), sino que se refiere a la ley moral universal que la razón práctica da a la voluntad.

 

En efecto, Kant nos dice que el deber se nos presenta en la forma de un imperativo categórico, es decir, nuestra voluntad se da a sí misma su propia norma. Este acto es incondicionado (porque no depende de ninguna materia para elegir y porque no es subjetiva) y es por ello que ella es autónoma. Además, un imperativo categórico no depende de circunstancias históricas o culturales particulares ni siquiera de los resultados o de la obra realizada. La moralidad consiste, entonces, en seguir el deber por el deber mismo.

 

Ahora bien, este imperativo categórico nos dice: “obra de tal manera que desees que la máxima de tu obrar sea válida para toda la humanidad”. Esta ley quiere decir que debo obrar solamente de acuerdo con leyes universales. Solo obro moralmente bien cuando puedo querer que el principio de mi querer se vuelva una ley válida para todos.

 

Kant sostiene que no es contradictorio sostener al mismo tiempo que los seres humanos son libres y que deben obedecer una regla moral cuando la regla es querida libremente. Si la regla les fuera impuesta por cualquier fuerza extraña, entonces no habría libertad, pero si la regla es querida por la voluntad de la persona libremente, sin coerción externa, entonces, la decisión y la acción son libres. Un ser humano libre quiere libremente una regla cuando esta puede servir de guía para la acción de cualquier otro ser humano igualmente libre. Por esta razón, para Kant, solo una regla universal es moral.

 

Además, nuestro filósofo nos dice que puede haber muchas cosas buenas como el valor, la decisión, la perseverancia y otras muchas cualidades, pero ninguna de ellas puede ser llamada buena, pues cualquiera puede llegar a ser mala o dañina si la voluntad que ha de hacer uso de ellas no es buena. Así pues, procede en distinguir nuestras acciones en:

–    Acciones morales: una voluntad buena (aquella que obra siempre según el deber) lo es en cualquier circunstancia y con independencia del alcance de un fin propuesto.

 

Ejemplo: No miento nunca no porque creo que todo el mundo debería decir la verdad siempre.

 

–    Acciones de acuerdo con el deber: se obra de la manera como la ley lo propone, pero no porque nuestra voluntad lo quiera de tal manera. Este tipo de acciones son moralmente neutras.

 

Ejemplo: estoy llegando tarde a un lugar. Querría manejar a 80 km/h, pero la ley me dice que en esta zona tengo un límite de 60 km/h y hay agentes de tránsito cerca. Conclusión: voy a 60 km/h para que no me pongan una multa, no porque yo quiera.

 

–    Acciones contrarias al deber: aquellas en las cuales no obramos según el deber, sino siguiendo alguna inclinación (alguna tendencia de nuestra sensibilidad, de nuestros sentimientos, dependiendo de las circunstancias).

 

Ejemplo: tengo una prueba en una hora y no estudié nada porque me olvidé. Así que le copio a mi compañero de banco para no desaprobar.

 

Así pues, el imperativo categórico se constituye en el fundamento racional de las normas morales que la modernidad buscaba. Ante la necesidad de obrar, el sujeto racional debe preguntarse si la máxima con la que se está guiando es universal o no.

 

La moral kantiana se separa así de concepciones morales que pretendían que el contenido de las acciones (lo bueno en sí) determina cuándo una acción es buena y cuándo no lo es. Kant plantea una moral formal, porque la acción es considerada buena cuando se define por normas universales (forma) y no por contenidos particulares.

 

La ética kantiana es

–           a priori, ya que el imperativo categórico no depende de las condiciones o circunstancias empíricas

–           es formal porque lo que enuncia el imperativo categórico es la condición general a que es la condición general a la que deben someterse las acciones para ser moralmente buenas, pero no dice en concreto o en particular qué debe hacer cada individuo

–           y precisamente por dejar librada a cada individuo la elección de las máximas, con la sola restricción de que sean universalizables, la ética kantiana es autónoma

 

 

Bibliografía utilizada:

-KANT, Immanuel. (1994) Crítica de la razón práctica. Salamanca, Sígueme.

-OBIOLS, Guillermo A. (1996)  Nuevo curso de lógica y filosofía. Buenos Aires, Kapeluz.

-TAUBER, Ricardo y otros. (2000) Filosofía y Formación ética y Ciudadana 1. Buenos Aires, AZ editora.

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